Mexicano: eterno insatisfecho y profesional en hacerla de pedo…

En estas últimas semanas ha pasado de todo: desde el Piojo haciendo sus piojadas cayendo de la cumbre del amor nacional hasta lo más profundo del escarnio popular, pasando por el dólar tocando los cielos, Hussman -el mismo que predijo con atemorizante precisión las dos últimas crisis financieras- (Financial expert predicts stock market crash) diciendo que estamos a la puerta de la siguiente gran crisis y Guillermo Barba escupiendo su ignorancia en medidas dosis de estupidez en Forbes acerca de “como” “debería” “de” “manejarse” “la” “política” “económica” (La inútil y costosa defensa del peso), hasta lo de Malecón Tajamar. Sí. Lo de Malecón. ¡Otra vez el pinche Malecón! (Dijera algún amargado).

Para todo lector que no viva en Cancún, seguramente este tema no estará dentro de su radar… Por ello, he aquí una breve sinopsis: se trata de un complejo de 69 hectáreas desarrollado por Fonatur, mismo que da a la Laguna Nichupté, de ahí que tenga un malecón. Los terrenos de este complejo son de densidad alta y el desarrollo cuenta con infraestructura completamente desarrollada (calles de concreto hidraúlico, luminarias, pozos de absorción, etc.)… Y tienen un detalle más: los terrenos, que aun no han sido desarrollados, tienen manglares. ¿Cuál es el problema? Que hace algunos días comenzaron a desmontar 10 de estos terrenos, retirando el manglar y la vida silvestre que en él habita…

Se trata de un tema con muchas aristas y que ha levantado ámpulas en las redes sociales: hay quienes se quejan de los sucedido, hay quienes están a favor de lo sucedido -aunque esta “aprobación” sea únicamente tácita- y hay quienes se quejan de los que se quejan, y se rasgan las vestiduras por los que se rasgan las vestiduras, y hablan de “doble moral” y de “hipocresia” y de “protagonismo” y demás… Es a este último y divertido grupo al que abusaremos en esta presente pieza… Pero antes, los HECHOS:

1. EN LAS LEYES. La cosa está en que a partir de 2007 entró en vigor la Ley General de Vida Silvestre la cual en su articulo 60 TER prohibe toda obra o actividad que dañe el flujo hidrológico del manglar. Pero: los permisos para “desarrollar” estos terrenos datan del 2005 y vencen en 2016. Lo que significa que si no se usan estos permisos este año, los dueños de los terrenos se quedan con terrenos que no podrán construirse. Y lo que es más: en 2011 entró en vigor la NOM-59 en la cual se declara a los manglares como “especie amenazada”. Y vale la pena recordar que los terrenos son de alta densidad, por lo cual los proyectos a desarrollar son plazas comerciales, condominios, hoteles y una basílica también.
2. EN LOS DERECHOS. Partiendo de que, a pesar de que a muchos puede no agradarles el hecho de devastar terrenos con las características como las del Malecón Tajamar, el propietario tiene un “derecho” que le permite desarrollar el mismo, para lo cual es necesario desmontar, despalmar y rellenar. Y para desmontar un terreno así de problemático, existen dos vías: a) la chicana, entrando de noche con harta maquinaria y rompiéndole la madre prontito a todo, o; b) la correcta, entrando a mano a rescatar todo lo que pueda rescatarse de vida silvestre y luego desmontando poco a poco, buscando incorporar a la construcción en el terreno, desmontando, despalmando y rellenando solo lo necesario. Y claro: las autoridades ambientales también tienen el derecho -si no es que la obligación- de oponerse a la realización de trabajos que estén en contra de la normatividad existente. Y sí: también las personas que no estén de acuerdo en estas acciones, tienen el derecho de promover un juicio de amparo, basándose en la reforma a ley de amparo del 2011 en la que se le dota con una extensión para proteger los derechos “difusos” de las personas, como el derecho a gozar de un medio ambiente sano. Aquí la cosa es: ¿quién tiene el mejor derecho? Eso lo decidirán alguna de las 5 personas que tienen la facultad de hacerlo en esta ciudad. Y si no sabe quienes son ellos, remítase al epílogo -a la “posdata” pues- del presente.
3. EN LA REALIDAD. El grupo de los que se quejan de los que se quejan, esgrimen un argumento primigenio y a mi parecer, dado que lo he visto tanto, ovejuno: que el quejarse de la destrucción es tener una doble moral o un ansia de protagonismo, toda vez que TODO en Cancún era mangle y probablemente tu casa esta edificada sobre mangle, lo cual te hace un hipócrita si te quejas de la destrucción del mangle, adicionado a tus ansias de protagonismo que te convierten en un/una “attention whore” y rematando con que gracias a la destrucción del mangle tienes chamba y vives en Cancún. Lo cierto es que me parecen un poco primitivos estos argumentos y ya regresare a burlarme de nuevo de ellos, pero bastará decir aquí que, en el plano de lo real, si quisiéramos CERO impacto ambiental, habríamos de andar desnudos por la selva y no transformar absolutamente nada, ejecutando a la economía y la política -la matemática no es necesario erradicarla, esa nos es muy útil- y dejando todo como está. Pero ese tampoco es el argumento de la gran mayoría de los que se quejan de la destrucción -alguno que otro si-, más bien, apuntan a un regulación de las actividades del hombre, especialmente las destructivas.
4. EN LA TRISTEZA. Al mexicano, de su muchas carencias, una de las más sobresalientes es la ausente capacidad de planear. Eso nada más no se nos da. Cancún es una ciudad que se planeó como una utopía y que, en esta ensoñación maravillosa, se olvidó de aquellos que servirían al turismo… Pareciera que se pensó que los turistas iban a ser atendidos por aluxes y leprechauns y chaneques y todo tipo de seres míticos. E igualmente, no se planeó el desarrollo de la ciudad -vaya, ni reserva territorial tenía nuestro municipio, Benito Juárez- la cual creció (y sigue creciendo) desmedidamente y en donde el “ahí luego arreglamos” se transforma en el pan de cada día. Lo chistoso es que nuestra hermosa ciudad, nació de un proyecto de Centros Integralmente Planeados… ¡Planeados!… ¡ja! Recomiendo para los políticos y burócratas que en ocasiones ulteriores se hallen ante proyectos similares, que antes de arrancar se remitan al diccionario de su preferencia e investiguen los términos.

Y ahora al tema que nos ocupa: los que se quejan de los que se quejan… De entrada pienso en inmadurez y cinismo. Pero luego termino pensando que son ganas nada más de hacerla de pedo. Eso es como un deporte nacional: hacerla de pedo. De todo la hacemos de pedo: que si ganó la selección, que si perdió la selección, que si metió el penal, que si falló el penal, que si hace calor, que si hace frío, que si te dice que sí, que si te dice que no… Y la lista es interminable…

Siempre me he -y ando- quejado -quejando- de que el principal problema de México somos los mexicanos. No me malentienda, no reniego de mi raza, al contrario, somos un raza maravillosa nacida del más improbable de los sincretismos, con una cultura infinitamente amplia, un bagaje histórico antiquísimo (aunque mal aprendido, mal entendido y mal asimilado) y una disposición de carácter magnífica. El mexicano es trabajador, es cálido, es amable, es fiestero, es pedote. Cuando ríe, ríe y hasta cuando llora ríe. Somos únicos pues…

Pero también somos malos ciudadanos. Me parece que se debe a la identidad aun no resuelta del mexicano: en el subconsciente colectivo odiamos a los españoles pero queremos ser como ellos, veneramos a los indigenas pero no quisiéramos ni de puto chiste ser como ellos (y curiosamente la gran mayoría, si no es que todos, tenemos ancestros indigenas, ¿eso cómo nos deja si somos lo que ni de puto chisme queremos ser?), creemos que nuestra historia consta de “independencia, revolución y párale de contar” mientras que nos olvidamos de trescientos de años de virreinato (¿Muy salsa pa’ la historia? Benito Juarez, Lucas Alaman, Emiliano Zapata, Porfirio Diaz, Guadalupe Victoria, Venustiano Carranza y Jose Maria Morelos: póngalos en orden cronológico… ¡Ah verda’!). El mexicano se somete al “tlatoani” pero odia al “cacique”. El mexicano aguanta todas las vejaciones, pero cuando se harta te rompe la madre. No hay punto medio. No sabemos dialogar, ni exigir, ni participar. Y mejor muestra no hay que los que se quejan de los que se quejan: hablan de doble moral, de afán de protagonismo, de que si “ya se chingaron todo lo demás que más da que se chinguen este pedacito”, del que “sin chingarnos el manglar no tendrías trabajo, ¡idiota!” y muchas cosas más.

Sus argumentos no se sostienen por si mismos, son bastante pueriles, por ello ni vale la pena atacarlos. Lo triste es lo siguiente: una verdadera democracia es aquella que da oídos a todas las voces, que incentiva todas las opiniones. Una verdadera democracia es aquella en donde los ciudadanos PARTICIPAN activamente del gobierno, de la república (de la “res” “publica”, la “cosa de todos”). Los que se quejan de los que se quejan, se quejan de oir las quejas de los primeros quejosos, se quejan de que estos salgan y se manifiesten. Se burlan. Se mofan. Se alteran. Se incomodan. Y se conforman de nuevo… Pareciera que los que se quejan de los que se quejan se incomodan por la acción de los demás y la única forma que tienen de sublimar este sentimiento de incomodidad, de inquietud ante el tercero que sale a hacer algo en lo que cree -contrastado a tí que te quedaste frente a una pantalla no haciendo nada- es la burla, el escarnio…

Aún así: “México creo en ti”…

Corolario: ¿no le parece algo? ¡Quéjese! No en vano dijo Don José María Morelos y Pavón lo siguiente:

“Que todo aquel que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche,

lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario”.

P.S. Solo una nota de cuidado para cualquiera que se queja: la queja sin fundamento no pasa de berrinche. Si se quiere quejar, infórmese, estudie, lea, debata. Si todo eso le da hueva, siga ignorante y no se queje.

@FaustoBanuelos